jueves, 30 de noviembre de 2017

La mercadotecnia del afecto durante diciembre

Por Zulema Trejo Contreras* /Tomada de la Revista Portales de El Colegio de Sonora.

Las fiestas decembrinas tienen un significado diferente dependiendo de las culturas que las celebren; por ejemplo, cuando en México hablamos de las celebraciones de diciembre, solemos referirnos a posadas, Navidad y Año Nuevo, las dos últimas incluyen sus vísperas. En otros lugares del mundo occidental los festejos se limitan a Navidad y Año Nuevo. Hasta no hace mucho tiempo, se podría decir que las celebraciones tenían sus propias particularidades dependiendo del país, e incluso al interior de cada nación los festejos podrían variar de región en región.

En la actualidad, la homogeneidad va permeando de manera poco perceptible las fiestas de fin de año. Si bien algunas tradiciones son aún características de ciertos lugares, como las posadas en México o la entrega de regalos a los niños el 6 de enero en la mayor parte de Hispanoamérica, hay otros aspectos que son compartidos en muchas regiones sin que se sepa con certeza cómo o cuándo fueron incorporados al festejo. 

Un ejemplo del sincretismo que caracteriza Navidad es el árbol navideño; el pino de navidad es una tradición anglosajona, el portal de Belén es una tradición hispana, el ángel o la estrella que adornan la punta del árbol provienen de la tradición católica. La homogeneidad de esta pieza indispensable en la iconografía navideña está alcanzando su punto culminante ahora que la globalización permite que, quien pueda hacerlo, compre un pino ya sea artificial o natural. Décadas atrás el árbol de navidad podía ser cualquier árbol siempre y cuando se adornara con los tradicionales elementos navideños.

La tradición de los regalos traídos por Santa Claus poco a poco va desplazando la tradición de los Reyes Magos. En Sonora, los niños esperan a papá Noel y sus renos durante la noche del 24 de diciembre, todos saben que “Santa” vive en el Polo Norte, que en una noche recorre el mundo repartiendo regalos a los niños que se portaron bien durante el año, conocen también el nombre de al menos uno de sus renos, el famoso Rodolfo el reno de la nariz roja… Todos conocemos estos aspectos de la tradición aunque pocos estamos conscientes de que esta historia aparentemente coherente, en realidad está compuesta de varias piezas que merced la mercadotecnia cobró coherencia y legitimidad.

La figura de Santa Claus tal como la conocemos es relativamente reciente, proviene de la década de 1950 cuando la campaña decembrina de una conocida bebida de cola usó esta figura, que a partir de esa época apenas ha variado. Rodolfo el reno y su canción provienen de un comercial que se usó en la campaña navideña de unos almacenes departamentales de Estados Unidos. 

La costumbre de la cena familiar con el intercambio de regalos proviene de las historias escritas a mediados del siglo XIX, como “Un cuento de navidad” de Charles Dickens que se publicó por primera vez en 1843; esta tradición en específico fue retomada por los negocios comerciales que en diciembre utilizan intensas campañas de mercadotecnia para promover los obsequios a los niños, entre amigos, familiares, esto obviamente está dirigido a incrementar las ventas de diversos productos.

La gastronomía navideña es tal vez uno de los pocos aspectos de esta fecha que aún conserva su carácter regional, aunque cada vez más platillos como el pavo originario de América, se consume también en otras partes del mundo como Europa. El pastel o budín de navidad, un postre originario de Europa se come también en nuestro continente, lo mismo que el ponche en sus distintas variantes regionales se toma tanto en el mundo anglosajón como en el hispano.

Otras comidas como los tamales, el menudo, pozole, buñuelos con miel, champurrado siguen siendo esencialmente regionales y su degustación se hace con el pino de navidad, el nacimiento y las imágenes de Santa Claus como un cuadro armoniosamente sincrético.

*Profesora-investigadora en El Colegio de Sonora.

elinformante

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