¿Cuántas mujeres son asesinadas, dónde, por qué, cómo? El Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) es una de las organizaciones más respetadas en México y de las pocas que se ha dedicado a dar cuenta de este flagelo. De enero a julio de 2017, la sección Sonora del OCNF contabiliza 35 casos, 18 de ellos tan sólo en Cajeme.
Por Mercedes Zúñiga Elizalde*- El Colegio de Sonora
Conforme a la Encuesta Nacional de Victimización y
Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2017, durante 2016 se presentaron
en Sonora 42 mil 624 delitos por cada 100 mil habitantes, datos que la sitúan en
el sexto lugar entre las entidades más inseguras del país, detrás del Estado de
México, Baja California, Ciudad de México, Guerrero y Morelos.
Según esta encuesta, Hermosillo ocupa el tercer sitio dentro
de las ciudades más inseguras de todo México; y mientras los delitos cometidos
se incrementan, la denuncia continúa a la baja. Los datos reflejan la
percepción que hombres y mujeres tenemos en Sonora sobre la inseguridad que
vivimos desde hace varios años a la fecha.
Si bien la ENVIPE contempla los homicidios, la violación y
otros delitos sexuales, y puede ser una herramienta complementaria para proveer
de información sobre algunas expresiones de violencia contra las mujeres,
continúa siendo una encuesta ciega al género.
La violencia feminicida es una forma extrema de violencia
contra las mujeres, niñas y adolescentes que puede culminar en homicidio y
otras formas de muerte violenta (suicidio, por ejemplo). Es producto de la
violación sistemática de sus derechos humanos. Múltiples conductas y prácticas
misóginas que se dan en el hogar, en el trabajo y en la calle, las que
subordinan a la mujer y la cosifican, crean, posibilitan y toleran la violencia
feminicida. La violencia sexual que viven las mujeres fuera y dentro del hogar,
y la que experimentan con sus parejas y familiares, son, en no pocos casos, la
antesala del feminicidio.
Los instrumentos estadísticos que dan cuenta de estas
violencias son todavía insuficientes y evidencian distintos fallos. Construir
bases de conocimiento sobre la complejidad y amplitud de la problemática, sigue
siendo una tarea pendiente en nuestro país. La herramienta más importante es la
Encuesta Nacional sobre las Dinámicas de las Relaciones en los Hogares
(ENDIREH).
El panorama nacional que ésta presenta para 2016 no es nada
alentador: alrededor de dos terceras partes de las mujeres de más de 15 años
han vivido por lo menos un incidente de violencia de parte de cualquier
agresor; cerca de la mitad de las encuestadas sufrieron violencia de su actual
o última pareja, esposo o novio; más del 30 por ciento de las mujeres vivieron
violencia sexual en los espacios públicos o comunitarios.
Hace apenas algunos lustros, después de un largo proceso de
lucha del feminismo, se incluye la
violencia contra las mujeres en la agenda pública de los gobiernos en México.
En Sonora, el suceso es todavía más reciente y aparece a cuentagotas. No es
sino con las recomendaciones que generó en 2015 el proceso de solicitud de
alerta de violencia de género contra las mujeres, cuando el actual gobierno
comenzó a instrumentar algunas acciones respecto de la prevención, atención,
sanción y combate a la violencia. El proceso está abierto, y a la fecha falta
evaluar las acciones emprendidas y los vacíos que todavía no se cubren.
Una de esas acciones es la creación del Banco Estatal de
Datos e Información de casos de Violencia contra las Mujeres (BAESVIM), de
singular importancia, pues teóricamente de él se esperaría la información por
ciudad, por colonia, por población, sobre la situación que guarda el problema
en sus distintas manifestaciones y tipos, de tal manera que se pudiera
diagnosticar con precisión y dotar de información a partir de la cual se
diseñen programas focalizados a fin de combatir la violencia de género y buscar
su eliminación.
Sin embargo, hasta el momento los datos que arroja este
Banco son insignificantes y no permiten conocer el fenómeno en toda su
magnitud. Por ejemplo, de enero a junio de 2017 apenas se reportan 252 casos de
violencia familiar, cuando, de acuerdo a la información de Seguridad Pública,
es el tercer motivo por el que se llama al 911. En cuanto al feminicidio, solo
se registran 9 casos; 15 de violación y
apenas 1 de violencia en el noviazgo, cuando la ENDIREH nos informa que Sonora
se encuentra a la cabeza en esta modalidad de violencia.
Para erradicar la violencia contra las mujeres es
fundamental que ésta se incorpore de manera central en las políticas públicas
de los gobiernos y se instrumenten mecanismos eficientes y confiables que
diagnostiquen cabalmente el problema, puesto que si no se cuentan los casos de
violencia, no cuentan. El problema queda oscurecido por el subregistro o por la
ausencia o fallas de los instrumentos que tendrían que recolectar la
información.
La violencia contra las mujeres sigue creciendo y
agudizándose la crueldad con la que se practica. Sonora está lejos del paraíso
que algunos quisieran imaginar; por el contrario, se encuentra disputándole a
otros estados los primeros lugares de los delitos más atroces, como el
feminicidio. Ante la deficiencia de los instrumentos para medirla, se dispara
la danza de las cifras: ¿Cuántas mujeres son asesinadas, dónde, por qué, cómo?
El Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) es una de las
organizaciones más respetadas en México y de las pocas que se ha dedicado a dar
cuenta de este flagelo. De enero a julio de 2017, la sección Sonora del OCNF
contabiliza 35 casos, 18 de ellos tan sólo en Cajeme.
Para valorar la gravedad de esta cifra, contrastémosla con
otra en otro municipio, de otra entidad: el Estado de México. Por considerarse
uno de los más mortíferos para las mujeres, se declaró la alerta de violencia
de género para varios municipios, entre ellos Ecatepec. Aquí, según expone el
diario El País, hasta el 6 de agosto de 1917 se habían contabilizado 15 casos, de
acuerdo al seguimiento que hizo una activista a través de información de
prensa. El número de habitantes en Ecatepec es poco más de millón y medio; el
de Cajeme menos de medio millón.
La no declaratoria de violencia de género que estableció la
Secretaría de Gobernación para Sonora, no consideró estos datos, tampoco lo que
acontece en otros municipios ni el contexto de
violencia generalizada que posibilita el ocultamiento y la impunidad con
la que se cometen los feminicidios y otras violencias. Frente al próximo
periodo electoral, cabe preguntarse si habrá cabida para acciones eficaces y
probadas que incidan en un cambio radical de los patrones culturales que
producen y reproducen las violencias contra las mujeres.
*Profesora-investigadora en El Colegio de Sonora. Artículo tomado de la revista digital Portales de El Colegio de Sonora.
elinformante
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