Redacción
En 2017 Siria continuó siendo –como en los últimos seis años– el país más mortífero del mundo para los periodistas; este año fueron asesinados 12 reporteros en el país. México lo sigue de cerca: 11 periodistas fueron asesinados en el país, todos de manera intencional. Así, al igual que el año pasado, México es el país en paz más peligroso del mundo para los reporteros.
Ello de acuerdo con un reporte mundial del organismo internacional Reporteros Sin Fronteras (RSF), sobre México:
En este país, donde imperan los cárteles del narcotráfico, los periodistas que abordan temas como el crimen organizado o la corrupción de los políticos, sufren casi de manera sistemática amenazas, agresiones y pueden ser ejecutados a sangre fría. El 15 de mayo pasado el asesinato de Javier Valdez Cárdenas en la ciudad de Culiacán, en el estado de Sinaloa, provocó una ola de indignación en el país. Este curtido periodista de 50 años de edad, que colaboraba con la AFP y con medios de comunicación locales como La Jornada y Ríodoce, se especializaba en el tema del narcotráfico. En su último libro, titulado Narcoperiodismo: La prensa en medio del crimen y la denuncia, abordaba el calvario de los periodistas mexicanos que intentan informar sobre las acciones de estos grupos ultraviolentos, a pesar del peligro. Al igual que Javier, en 2017 otros 10 periodistas mexicanos pagaron con su vida su trabajo informativo. La mayoría de estos crímenes permanecen impunes en México. La impunidad se explica por la corrupción generalizada que reina en el país, patente sobre todo a escala local, ámbito en el que los miembros del gobierno a veces están coludidos con los cárteles.
Desgarrada por un sangriento e interminable conflicto, desde 2012 Siria es el país más mortífero para los periodistas. En su territorio el peligro es omnipresente y los reporteros, sean profesionales o ciudadanos, permanentemente corren el riesgo de perecer por los tiros de francotiradores, el lanzamiento de misiles, la explosión de bombas artesanales o los ataques suicidas. Los periodistas locales son las principales víctimas, puesto que en los últimos años la presencia de reporteros extranjeros ha disminuido de forma considerable. No obstante, algunos periodistas han comenzado a entrar de nuevo al norte del país, en especial a Rojava, para cubrir las batallas que libran en Raqqa o en Deir Ezzor las fuerzas árabo-kurdas contra el grupo Estado Islámico.
elinformante
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