Lo que hizo López Obrador con el periodista Carlos Loret de Mola es una barrabasada.
Violando muchos preceptos jurídicos, constitucionales, fiscales y hasta de sentido común usó el poder del gobierno para revelar datos personales de un particular, algo gravísimo en un verdadero Estado de Derecho.
Pero si hacemos una votación para saber si algún día será castigado, seguro que el 99.9 por ciento de los participantes, aún más creo el 104 por ciento, dirá que nunca.
Eso se llama impunidad, o más bien un mal arraigado en el país que es la cultura de la impunidad.
En los países avanzados dicha situación ya hubiera generado la posibilidad de iniciar un proceso de destitución de sus mandatarios e, incluso, en los más atrasados, como en África, muchos ciudadanos ya hubieran tomado las armas y logrado el cambio de gobierno a machetazos.
Recuerdo cuando Clinton fue sometido a un impeachment por mentir al congreso de Estados Unidos sobre una supuesta relación con una becaria. Aunque es el equivalente a un proceso de desafuero y destitución, allá dicha medida constitucional es más fuerte, expedita y eficaz en un régimen jurídico de poderes autónomos que precisamente evita los excesos de poder. Recuerden que a Trump pensaban destituirlo en 24 horas y sólo era necesario presentar la moción para decidirlo con voto legislativo.
Pero en México algo así es imposible porque el sometimiento tras muchos años, ha dejado a los mexicanos sin una capacidad colectiva de discernimiento y de voluntad para lograr lo mejor para todos.
Es cierto que esa cultura de la impunidad de los poderosos y de sometimiento de los demás se generó por las sucesivas etapas históricas de la nación y que continuó con los gobiernos posrevolucionarios, pero ellos dijeron que cuando llegaran al poder eso cambiaría, mas no es así.
Siempre en el pasado las dictaduras más condenables dieron señales tempranas de su propósito. Si los mexicanos no despiertan y observan bien estas señales de autoritarismo y del regreso a un régimen abiertamente de tiranía, después lo van a lamentar.
P.S.- Recuerdo un libro que leí hace unos 40 años “Memorias de Victoriano Huerta”, es una autobiografía donde el dictador habla de los mexicanos, algo así: “En México suceden cosas que no suceden en ningún otro país del mundo. En México hay dos tipos de hombres, los de saco y los de camisa. Los de saco han explotado, sometido, abusado, despojado a los de camisa y violado a sus mujeres… pero no contentos con ello todavía los han dejado con hambre”.
Y de esa carta ya pasaron más de 100 años.
elinformante
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