Por Juan José Razzo
El gobierno local se ha convertido en una caricatura, la cual sería motivo de diversión –o acaso de burla- si no fuera porque tiene nefastas consecuencias sobre la calidad de vida de los pobladores.
Corrupción galopante con varios de sus “servidores” públicos haciéndose millonarios, la terrible crisis de inseguridad y un rompimiento del vínculo autoridad-ciudadanía que no tenía precedente en esta región.
Pero deseo enfocarme en otro aspecto basado en el relato de Herodes y el profeta Juan El Bautista. Lo hago así no por religiosidad, mas porque es una historia muy conocida y prueba de que estos hechos ocurridos hace dos mil años se han repetido una y otra vez en muchas situaciones y circunstancias por toda la geografía mundial.
El punto medular es que Herodes aún con todo su poder temía al nazareo y a la posibilidad de una insurrección popular, según relata el Evangelio, “porque todo el pueblo sabía que Juan era un profeta” y eso sin internet.
Visualice el hecho: El monarca y su corte en su esplendor, rodeados de jilgueros que los alaban. Mucho del pueblo los condesciende o los soporta en el ánimo de quizás obtener algún beneficio económico, de influencias o del poder, pero todo mundo sabe que están corrompidos y ellos contentos con el estado de cosas. Oséase la gente sabe quién la verdad y quién la mentira, pero ellos creen la gente los busca porque los ama o admira.
Ese es el nivel más bajo que puede alcanzar la inconsciencia humana.
elinformante
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