Por Juan José Razzo
Cuando era alcalde en varias reuniones de trabajo con la gente, empezó su discurso con la frase “ya sé que me dicen el mataperros” lo que desataba las risas de los presentes, pero este problema lejos de ser divertido nos debería invitar a una profunda reflexión sobre el tema de salud.
En su momento ya se sabe que se acusó a su gobierno de comprar o intercambiar por vales de predial y agua a 75 mil canes aunque sólo aceptaron oficial que habían sido 35 mil los sacrificados. Lo cierto es que en esa administración con un gastroenterólogo al frente, disminuyó de manera notoria el número de callejeritos.
En los meses siguientes sobrevino el problema de demasiados pacientes de la enfermedad nerviosa Guillain-Barré, de la cual nunca se aclararon las causas, pero de alguna manera el alcalde exteriorizó en una conferencia sobre todo tipo de temas, o sea no fue especial sobre ese tema, pero dijo al igual que especialistas llegados hasta de Estados Unidos que la contaminación por el estiércol de los miles de cánidos en situación de calle podría ser un factor.
El asunto se trata porque actualmente otra vez hay decenas de miles de perros en las calles de San Luis, no hay banqueta, cordón, césped, pavimento, calles de tierra o predio baldío donde no haya excrementos, pero el Centro Antirrábico no se ve que combata esa sobrepoblación –los peatones en cada manzana deben cuidarse de dos o tres animales- y es posible se desate alguna enfermedad en los humanos por tanto desecho orgánico combinado con polvo y que se encuentran en el aire.
Quizá la solución sea votar por el mataperros.
elinformante
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